«Ayu Maya es un hogar.
SÍ.
Habéis creado un hogar.

Agradezco cada rincón de esa casa. 

Sorpresas gratas y diferentes cada vez que me acerco.

La cercanía cierta y cálida.

El abrazo seguro.

 Fuego que ilumina mis ojos de niña haciendo aflorar la calidez de la palabra.

Refugio de momentos tristes y cambio elegido.
Refugio de vuelta al disfrute de la vida.

Certezas y miedos buscando el equilibrio como niños que caen y siguen jugando.

Momentos de  con otros y  contigo.
De abrirte, de mirar y ver. 

Desconocidos que  en una mirada y un abrazo tiran las armas. 

Hogar donde cuentas como parte y como todo.
Lugar que une.

Lugar de «azúcar corazón» , «sal lágrima» y cacao amargo.
Sabores olvidados por auténticos 

Hogar que adormece y mece el duelo como la caricia de una «mano amor».

Hogar música y baile.
Hogar silencio y quietud.

Momentos de poder verte y recordarte en el otro cuando te dolía… y sorprenderte afirmando que pasará.

Momentos de silencio intenso, relajado y perfecto. 
Silencio que no duele. 
Elección  y deseo consciente o inconsciente 
que envuelve de paz el alma.

Momentos de mirar y respirar bonito y recordar que te olvides del papel de regalo. 
El regalo está en todo:
 Personas y momentos, diversos y enriquecedores, como la vida.

Momentos combinados de muerte y transformación con brotes de flor y vida.

Lugar de sorpresas, risas, amor y aprendizaje con laboriosa
trasera de  trabajo, Organización, afecto y  sueños perfectamente camuflados. 
Trabajo y presencia  previa y constante que no notas. 
Goma elástica que no oprime, que se adapta.

Magia.

Y la magia es eso.
Lo que está, lo que es, lo que ves y no ves.
Llega para tí.
Se impregna en tí.
Perteneces.

La magia de Ayu Maya.»

Gracias